Al príncipe Hans de
las Islas del Sur, que todas hemos sufrido.
Golpeo la puerta.
Elsa no responde;
no comprendo.
No pretendo engañar a nadie
Pero me engaño
a mí misma:
bajo el atolondrado despertar,
la torpeza, el pelo enredado
y las sonrisas
reina la soledad. Reina
el miedo.
Golpeo la puerta.
Tú abres.
Con el tiempo,
me golpeas.
Cierro la puerta.
Cierro la puerta
para siempre (¡Libre
soy!)
y me voy a cantar
a otro lugar
donde la magia es tan fuerte
que transforma en sabiduría
hasta a las piedras.
Cierro la puerta
para siempre
y me voy a cantar a
otro lugar
donde realmente
podré encontrar
abrazos cálidos.
Cierro la puerta:
aunque vivieras lo suficiente
para ver morir a tus doce hermanos
y convertirte en heredero del reino,
jamás
serás un príncipe.
Y entonces,
al calor del fuego
(por
algunas personas derretirse
vale la pena)
,
abro la verdadera puerta.
Abro la verdadera puerta:
siento la nieve
convertirse en flores.