Trìptico de elogio a las máscaras
A Hernàn La Greca
I
Dexter Morgan, the
dark defender
1
Silencio. Precisión.
Color.
Y de nuevo silencio.
Una sola misión:
en toda ciudad hay
agujeros negros:
gente que grita,
gente que calla…
gente que habla
demasiado,
gente que grita… y
escapa.
Y en silencio,
la sonrisa perfecta
con el mismo paso,
con la misma remera
—la de siempre:
verde, aburrida y
sexy
(su traje de héroe)—
el vengador avanza,
el vengador acecha.
Todo ya está
planeado:
guarda los filos
—esos filos que saben
desde siempre
que
todo está planeado—,
elige
algunas fotos
—las
más crudas—
Y
teje
la
meticulosa red
de
la justicia
con
plástico adherente.
Y
mientras tanto,
todos
los días teje
la
perfecta sonrisa
—también
meticulosa,
casi
también de plástico,
y casi
también red—
jugando con
los niños
en un edén
del sueño
americano.
Todo
en su vida es limpio:
Por
las noches
duerme
tranquilo
porque
no siente.
2
Por
las noches
—Cuéntanos
un cuento, Dexter— piden los chicos.
Entonces
rebusca en los inmaculados
archivos
de su memoria:
inventa
magos
que
secuestran doncellas,
dragones
asesinos que ahora vagan,
impunes,
por los bosques.
Inventa
un príncipe con armadura
—de
cuero negro, como su campera—,
con
una cota de malla verde,
como
su remera
—verde,
aburrida y sexy
(su
traje de héroe)—.
La
espada es perfecta:
El
príncipe también.
Los
niños van cerrando los ojos mientras Dexter
describe
—acaso demasiado bien—
cómo
el príncipe, durante días, en silencio
—con
la misma sonrisa, con la misma armadura,
(con
la misma remera)—
busca
el momento de acabar con el dragón,
avanza,
acecha.
Los
niños cabecean mientras Dexter
tiene
al dragón arrinconado
en
lo alto de una torre
—
solitaria y perfecta, y tejida con plástico
adherente —.
Los niños se han dormido.
A Dexter solo le falta un golpe para acabar con el dragón:
El príncipe calcula, meticulosamente. Besa
la precisión de su espada. Se acerca
lo suficiente al cuello,
arranca con la punta de la espada
una escama —de recuerdo—
y golpea.
Silencio. Presición. Color
El dragón exhala. El príncipe también:
al mirarlo de cerca,
el dragón
tiene su mismo rostro.
Bajo la máscara,
El vengador sonríe
Y deja la luz de los niños encendida.