El primer post del año no podía menos que estar dedicado a estos temas que me encantan, que se enuncian en el titulo: la poesía y la música
Hace un mes mas o menos, un amigo músico (y, por qué no, también, un amigo musical!?) me comentó que no entendía la poesía, que le costaba asimilarla. A él quiero dedicar este post, como pequeña reflexión sobre la gigantesca esencia de la poesía. Será, a la vez, un homenaje a todos los buenos músicos y poetas del mundo(y, por qué no, a todos los que se dedican a estos dos artes, como, por ejemplo nuestro Rolando, que tiene mucho de músico y bastante de poeta) Además, aquellas personas geniales que son mis compañeros de ruta en este hecer del "himno extraño" un modo de vida, y que se agrupan bajo la denominación de "los letrados", podrán adivinar en este post un intento de expresar el amor por nuestro arte. Y estoy seguro de que contribuirán también a esta reflexión.Aquí quiero incluir varios textos, algunos propios y otros ajenos, diversos entre si, pero que confluyen en la magia de la poesía
El primero es un escrito del estudioso francés Roland Barthes (a mi amigo le caerá bien ya por el nombre! jaja). él, con la frescura y el estilo que lo caracteriza, busca definir la poesía claramente, en contraposición a mucho de sus colegas, que rodean a esta maravilla artística de palabras extrañas y grandilocuentes, que no la explican en absoluto. Aquí está el fragmento de Barthes, citado de su libro . Es absolutamente genial:
"La poesía, como yo la entiendo, es una partitura: ha sido escrita más para la lectura oral, para la voz que para el papel. La poesía cobra vida en la voz carnal que da vida a la voz del autor. La poesía es una voz, un ritmo, ligado a los movimientos de la sangre y el aire en nuestro cuerpo. He aquí el primer paso de toda lectura de poesía: dejarse arrastrar por una voz: dar vida a la propia voz. Leer es buscar los "incidentes pulsionales, el lenguaje tapizado de piel, un texto donde se pudiera escuchar el tono de la garganta, la oxidación de las consonantes, la voluptuosidad de las vocales, toda un estereofonía de la carne profunda: la articulación del cuerpo, de la lengua, no la del sentido, del lenguaje [que] haga escuchar en su materialidad, en su sensualidad, la respiración, la aspereza, la pulpa de los labios, toda una presencia del rostro humano (que la voz, que la escritura sean frescas, livianas, lubrificadas, finalmente granuladas y vibrantes como el hocico de un animal) para que logre desplazar el significado muy lejos y meter, por decirlo así, el cuerpo anónimo del actor en mi oreja: allí rechina, chirría, acaricia, raspa, corta: goza" .
Muchas veces podemos pensar en la poesía como esa fuerza salvadora, mas poderosa para cambiar los corazones que una simple hipòtesis científica, o un ensayo filosófico. Podemos pensar en la poesía como un lenguaje mediante el cual el mundo fue escrito, y mediante el cual podemos leer el mundo. Un lenguaje que es un tesoro perdurable, mas allá de todo avance tecnológico o toda tesis racionalista. Al respecto, escribió uno de mis poetas favoritos, el romántico español Gustavo Adolfo Becquer, su rima IV, que cito a continuación:
RIMA IV
No digáis que agotado su tesoro,
De asuntos falta, enmudeció la lira:
Podrá no haber poetas; pero siempre
Habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
Palpiten encendidas;
Mientras el sol las desgarradas nubes
De fuego y oro vista;
Mientras el aire en su regazo lleve
Perfumes y armonías,
Mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
Las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
Que al cálculo resista;
Mientras la humanidad siempre avanzando
No sepa a dó camina;
Mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá poesía!
Mientras sintamos que se alegra el alma
Sin que los labios rían;
Mientras se llora sin que el llanto acuda
A nublar la pupila;
Mientras el corazón y la cabeza
Batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡Habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
Al labio que suspira;
Mientras sentirse puedan en un beso
Dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa,
¡Habrá poesía!
Hermoso pensamiento.Y con un final esperanzador.. sobre todo si consideramos que me quedan varios años de vida... jajaja!
Vuelvo al registro serio;Tiempo después de decirme que no comprendía la poesía, este amigo me escribió "Para mí, Dios es Música. Amor es Música, todo a la vez. Es poesía!! Todo es Amor! Y un largo y sublime etcétera". Así que yo creo que aquí, querido músico, tenés una clave para comprender las misteriosa,la insondable naturaleza de la poesía: la relación que existe etre el amor, Dios, la música y la poesía.
Sobre este tema tengo un par de poemas propios, que he decidido publicar aquí en esta ocasión.
El primero de ellos surgió de una conversación con Mercedes, a quién está dedicado el poema, aunque el post en general sea para mi amigo. Con ella nos preguntábamos cuándo se habría escrito el mejor verso de la historia. Reflexionando sobre esto, mi pluma resolvió algo así:
El mejor verso
a Mercedes Abásolo.
Preguntas, niña, desde tu pluma
en qué momento
la historia ha dado
sus mejores versos.
¿Habrán nacido, digo,
de un palacio dorado?
¿Del corazón en sombras
de un hombre enamorado?
¿De ese cuervo oscuro,
enviado por el hado?
¿De una mujer de espuma?
¿De un cantar gitano?
¿De un pájaro que trina,
cantando a la esperanza?
¿De los que, al ver a Dios
lo alaban desde España?
Y aunque leyeras cada
página de la tierra,
amiga, no hallarías,
lo que buscando estás.
Es que el mejor verso
fue también el primero:
fue silencio y fue Vida,
y fue traer al Verbo.
Fue una poetiza niña,
en un leve suspiro;
asintió con los ojos,
con la mirada limpia
y pudo, de su carne
revestir la Poesía.
Fue un canto en la alborada,
y un breve asentir,
y el verso que buscabas:
" Señor, hágase en mí"
El segundo poema está inspirado en una frase de Mario, filósofo amigo de mi familia. Él, tras oír cantar a la hermosa soprano que tengo el orgullo y placer de tener por hermana, dijo "Estuve considerando que tal vez la música sea un lenguaje común al hombre y al ángel."Así, pues, como afirmabas, amigo, parece que poesía, música, y Dios tienen mucho que ver He aquí el poema:
Entre el hombre y el ángel
Entre el hombre y el ángelel hueco oscuro yace atormentando
al alma que quisiera
haberte sido fiel y no olvidado.
En el hombre y el ángel
el hueco oscuro yace, no hay duda
pero también hay una voz errante:
palpita la hermosura.
Entre el hombre que a veces
incienso ve en la brisa
y el ángel que ad eternum bendice a María
suple la antigua llaga
un puentre de armonía:
la música, el arte, la poesía
Cómo podría ser de otra manera
si Quien la vida labra
vino a rescatar a sus sirvientes
hecho dulce Palabra?
En este sentido, me parece maravilloso un pensamiento que mi querido padre, Marcelo di Marco, expone al principio de su ensayo Hacer el Verso:
"En un mundo estúpido y diabólico, donde la mayoría ni siquiera puede cuestionarse para qué vive, la poesía no solo es necesaria, sino que justifica todo lo que de humano tienen nuestras acciones. En este sentido, pienso que esta hija del asombro"—como la llamaba Saint-Johan Perse— se parece mucho a la gracia: santifica cada uno de nuestros momentos. El poeta, por medio del verbo, recrea la Creación que Dios hizo por medio del Verbo."
Un artista muy conocido y admirado por vos, amigo músico, se preguntaba una vez, al contemplar los graves problemas del mundo, si su trabajo como cantante servía para algo. Descubrió lluego que si porque él es "un vehículo, un instrumento de la belleza que puede alcanzar el alma humana". Y, como venimos viendo, y nos ayudará a comprender el siguiente texto, el alma humana tiende a buscar una Belleza perfecta, eterna...
Ifinitamente hermoso, el poema El Ruiseñor, de Francisco Luis Bernardez, poeta argentino siempre dulce en su simplicidad, es una joya. Mi amiga Mercedes (la misma dulce poetiza a la que dediqué El Mejor Verso)me ragaló el Ruiseñor para semana santa.Me fascinaría cederle a Bernardez la última palabra sobre la relación entre Dios, la música y la poesía:
El Ruiseñor
Todas las noches de aquel tiempo,
la voz lejana y misteriosa me llamaba.
Cuando las cosas se dormían,
el dulce canto en silencio despertaba.
Para escuchar lo que decía,
y yo interrumpía mis deseos y mis páginas.
Y con las manos distraídas cerraba el libro
y me apoyaba en la ventana.
La voz llegaba de tan lejos,
que en vez de oírla parecía recordarla.
Y era tan pura y tan hermosa,
que percibirla parecía profanarla.
Pero aquel canto me atraía,
y hubo una noche en que sentí que me arrastraba.
Y que hacia el bosque en que vivía,
con una fuerza irresistible me acercaba.
A cada estrella de aquel cielo,
la tierra fiel con una flor le contestaba.
Mayo reinaba dulcemente,
yo ya tenía corazón y era en España.
Llegue a la orilla de aquel bosque
cuando la noche era más bella y más profunda.
Y con el alma en cada paso
fui penetrando poco a poco en la espesura.
Entre los pinos soñolientos
el viento andaba como un niño entre las columnas.
Y en voz más baja que un suspiro
les preguntaba por el mar y por la lluvia.
Vagos rumores vegetales
estremecían la quietud meditabunda.
Y delicados aleteos acariciaban
el silencio con ternura.
Pero el silencio iba creciendo,
pues esperaba el nacimiento de la música.
Y cada vez era más débil aquel susurro
de las hojas y las plumas.
Todas las cosas descansaban
con esa calma que precede a la hermosura.
Y de repente el bosque entero se
conmovió con una voz como ninguna.
Primero fue como una queja,
como un sollozo de cristal , como un gemido.
Luego un sonido entrecortado por el murmullo
Tembloroso de los pinos.
Más tarde un hilo melodioso,
luego una pausa y un Rumor, después el trino.
Y al fin el canto, el canto,
el canto del ruiseñor en el silencio conmovido.
Un canto limpio y armonioso,
cuyo fervor era el del aire sensitivo.
Y cuyas notas inflamadas resplandecían
como gotas de rocío.
Mas inventivo que el fuego,
su movimiento era El del alma y el del río.
Se deslizaba por el tiempo,
pero en la paz del corazón estaba fijo.
El canto ardía en el silencio
con el misterio de un lucero lejanísimo.
Impenetrable y luminoso
como un purísimo diamante pero vivo.
Cerrada estaba todavía
para mi frente silenciosa la belleza.
Y de repente, por el canto del ruiseñor,
tuve noción de su grandeza.
El gran amor que lo encendía
se desbordaba de su voz con inocencia.
Y algo del bien que yo ignoraba
caía en gotas de emoción en mi conciencia.
Entonces vi con toda el alma
que aquella voz era un destello de la eterna.
Que la pasión que la inflamaba
me daba el ser para que yo comprendiera.
Que aquel amor era la fuente del manso río
de mis Ojos y mis venas.
Y la raíz que alimentaba la voz del mar
y la canción de las estrellas.
Luego salí de mis sentidos
y me encontré desamparado en las tinieblas.
Y sin más luz que la del canto
me fui perdiendo en un olvido sin fronteras.
Y así, perdido para todos,
hallé el sendero de mi vida en aquel canto.
Tuve conciencia de mi rumbo,
supe la causa y el objeto de mis pasos.
Vi la razón de haber nacido, de amar la luz,
de ser feliz, de haber llorado.
De haber estado pensativo, de ver, de oír,
de comprender, de estar soñando.
Al despertar alcé los ojos
y no recuerdo si después junté las manos.
Solo recuerdo que la dicha
me hacia sitio con amor en su regazo.
El alba erraba por el bosque
con un dulcísimo rumor de pies descalzos.
Y ya se oía el de las cosas entre los trinos
cada vez más espaciados.
Luego cesó la melodía del ruiseñor
y se apagó la de los astros
Pero en mi frente silenciosa
la voz divina ya se había despertado.
Como se ve, mas que explicarle a mi amigo concretamente la poesía, pretendo que advierta que ya sabe mucho sobre ella, y aportarle mis pensamientos y los de otros mejores que yo, para guiarlo a entender mas. Quienes no sean apasionados de la poesía dirán que la "explicación" ya es mas que sufuciente. Sin embargo, aún queda una última instancia: un poema mío, dedicado especialmente a mi amigo músico, con códigos que él maneja. Un poema que, probablemente, sólo el pueda comprender del todo; un poema que lo ayudará en estos momentos. Y es que, amigo, la poesía no es mas que vida transformada en belleza por medio del lenguaje...
Clave de sol
Melodía, lluvia en los vidrios y melancolía
Él se sienta al piano
El piano que lo espera,
Lleno de magia, y mundos y destino.
Las notas que lo esperan,
Para cumplir su vocación de herido
Susurro, gozo y don.
Cierra los ojos y recorre
Las teclas una a una, aguardando
Que, con sutil consejo, amistosas,
lo salven del naufragio.
La tecla, es una nota;
La nota, vocación de melodía
—acaso cual palabra es poesía
y noche amanecer—
Pero él...
Transportado todavía,
Mozart, por Piazzola o por Chopen
No es simple marioneta, está su vida
Puesta en cada compás, a cada vez
Pues cada nota es un largo
Suspiro por la musa
—La misma que a Dante guió al paraíso—
Furtiva lágrima ,dulce caricia
—¿Cruz o delicia?— ,
vida y amor.
***
Melodía, lluvia en los vidrios y melancolía
Ha acabado la pieza.
Sonríe complacido, pero aún llueve.
Sabe que ha dado todo. Y no ha quedado
Dolor sin asumirse, palabra sin decirse,
Ni un imposible sueño sin soñarse.
“La mejor declaración
De amor ha sido”, piensa. Y yo sé
Que el Doctor no lo engaña. Y tal vez
Él también sabe:
Tras el duro entrenar, el galardón
Tras el calvario, la Resurrección,
Tras la tormenta…
El compondrá su vida
—Estoy segura—,
Ya…en clave de sol
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